Light Crusader

El tiempo ha coronado a Light Crusader como uno de los juegos más especiales y peculiares del catálogo de Treasure. Pero además le ha otorgado un valor añadido: permanecerá como el único Action-RPG y/o Dungeon-Crawler que ha programado la compañía. Un subgénero de culto, con un nicho pequeño pero entusiasta, que jamás habrías dicho que Treasure tocaría observando su catálogo repleto de shooters y juegos de acción frenética. Solo por esto el valor arqueológico del título se dispara enormemente. Imprescindible en tu colección, y una experiencia única.

¡Un RPG de Treasure!

A título personal, coincidió que este juego fue el más esperado, ansiado, observado y perseguido por mi pequeño yo de la década de los 90. En concreto sería a partir del 93 aproximadamente cuando supe de la existencia de Light Crusader a través de las revistas del sector, nuestro internet de la época. Me leí y releí, hasta la memorización, cada frase que se decía sobre él, cada avance, cada análisis… Observé cada captura de pantalla impresa en papel, y trataba de imaginar cómo sería el juego en movimiento, qué se sentiría al jugarlo, en la cantidad de horas y horas de delicioso entretenimiento que encerraba para mi entre sus chips.

Y es que, situémonos, yo venía de descubrir Gunstar Heroes, de una tal Treasure; todo un espectáculo de Run & Gun que nos regaló a mis amigos y mi las horas en cooperativo más fascinantes de la época. Había gozado con un plataformas como Dynamite Headdy yo solito durante muchas horas de alquiler. Y, cuando todavía no había recuperado el aliento, cayó en mis manos el espectacular Alien Soldier. Por aquel entonces ese cofre poligonal morado ya se me había grabado a fuego en la mente. La factoría de Maegawa tenía toda mi atención, y fueron la razón de que solo quisiese consolas de Sega hasta que éstas dejaron de existir.

Uno de los factores más importantes en los que me basaba para elegir un juego, dado mi escaso poder adquisitivo, era cuántas horas potenciales de duración este podría aportarme, además de que por supuesto me gustase y pensase que me divertiría. El género de Rol era por tanto un sueño: ¡juegos que podían durarte decenas de horas si los exprimías al 100%! Como veremos más adelante, Light Crusader es un «RPG» de Treasure, con todas las comillas posibles, y con todo lo bueno y malo que esto implica.

No había muchas opciones de conseguir en los 90’s buenos representantes de este género en formato PAL, y aún menos traducidos al español. No me preocupaba excesivamente que estuvieran en inglés, por aquel entonces ya me defendía lo suficiente, pero Light Crusader además fue de los primeros títulos en llegar en un perfecto castellano. Todo ello convirtió a este título en el juego de Megadrive que esperé con mayor ahínco.

Técnicamente cautivador

Como era costumbre, un juego de Treasure exprimía la máquina donde se desarrollaba y la llenaba de virguerías técnicas a veces hasta la prepotencia. Y Light Crusader no fue menos.

Puede que a priori no parezca tan espectacular al no tratarse de un juego de acción frénetica como sus dos anteriores techos gráficos en 16 bits, pero el título contaba con un pixelart delicadísimo, bien animado, con personajes enormes, efectos de agua impresionantes y flirteos con lo poligonal. Además sorprendía que no optase por una imagen cómica, muy manganime, tan típica de Treasure; era muy serio, muy europeo. Y es que este juego no contaba en la dirección artística con el mítico HAN (Gunstar Heroes, Guardian Heroes), sino con un novato y por aquel entonces desconocido Hiroshi Iuchi (Radiant Silvergun, Ikaruga, Sin and Punishment).

El juego además hace gala de algunas de las melodías más lóbregas del catálogo de Treasure. Tenía arreglos neoclásicos, electrónicos y tribales, por lo que es difícil encuadrar la BSO dentro de lo que es habitual en el género RPG más clásico o Dungeon Crawler Medieval, de escudo y espada. De vez en cuando se escurría una melodía tremendamente pegadiza, como la del poblado al comienzo o algún otro tema épico en las mazmorras. Pero el resultado final conseguía lo que quería: crear en el jugador una sensación de soledad, desasosiego y misterio notables.

Los efectos de sonido y voces digitalizadas sencillamente cumplen, y muchos de ellos eran reciclados o sonaban realmente parecidos a los anteriores juegos de la compañía en Megadrive. Especialmente los efectos eléctricos, de fuego o metálicos.

Un descenso a lo imposible

En Light Crusader eres Sir David, un caballero que retorna al reino de Green Row después de largo tiempo para ocuparse de la extraña desaparición de numerosos aldeanos. El Rey te encomienda la misión, y la trama involucra a un malvado mago llamado Ragno Roke con ansias de venganza. No hay grandes giros de guión ni mucha más profundidad. El argumento es una mera excusa para atravesar un buen surtido de mazmorras hasta derrotar al mal, y liberar a la gente cautiva por el camino, pero intriga lo suficiente como para motivarte a superar el siguiente nivel para averiguar qué pasa a continuación.

No existe ningún «mundo abierto», ni hay viajes de ciudad en ciudad. De hecho casi no hablarás con nadie, los diálogos apenas variarán desde la primera escena del juego. No saldrás de Green Row, y el lugar no encierra grandes misterios para avanzar salvo el de encontrar el acceso a las mazmorras. Eso si, si exprimes y vagas por el juego lo suficiente, consiguiendo todos los objetos, puede que des con algún rincón oculto que te deje congelado.

Enseguida te encontrarás avanzando por los isométricos niveles, a cada cual más bizarro (en serio, muy bizarros), destrozando literalmente a los enemigos (cuentan con animaciones en los que los partes por la mitad), resolviendo puzzles cada vez más enrevesados, y tropezándote con situaciones pintorescas, como por ejemplo un gato que te venderá objetos para tu inventario. Los Bosses suelen ser enormes y espectaculares, y los únicos que exigirán de ti algo más que una buena colocación y mandobles de espada.

Light Crusader se vuelve más loco cuanto más desciendes a la mazmorra de inferior nivel. Cada cual más inverosímil en cuanto a diseño que la anterior.

Gunstar Magic

Otra de las cosas que me alucinaba de Light Crusader era su sistema de magias. Los de Treasure habían importado un sistema que parecía traído del mismísimo Gunstar Heroes, que ya había sorprendido precisamente por este aspecto.

Cameo de Beau.

Conseguías una especie de orbes que representaban cuatro elementos básicos: fuego, agua, tierra, aire. Y las combinaciones entre ellos generaban magias únicas, que se convertían en el elemento (nunca mejor dicho) más dinamizador y sorprendente del juego. Esto eran muchas combinaciones. En contrapunto a un simplón sistema de combate con la espada, nunca te aburrías, ya que ibas probando diferentes mezclas de elementos en distintas situaciones a ver qué era lo que salía de entre los hechizos de ataque o defensa de Sir David, y cómo afectaba a los enemigos o a ti mismo.

Podías ver además el daño numérico que hacías, ya que también se desprendía del impacto de tus ataques, y esto se volvía casi más adictivo que el efecto del golpe en sí, sobre todo cuando realizabas impactos de múltiples hits.

Joya involuntaria

Esta reseña lleva implícita mucha más carga emocional de la que originalmente pretendía, pero la verdad es que no tengo otra forma de hablar de Light Crusader.

No está ni en el Top 10 de juegos de Treasure que llevarte a una isla desierta (la verdad es que es un puesto difícil de lograr entre un catálogo como el de esta compañía).

No es el mejor trabajo de los chicos de Maegawa, y tiene enormes carencias para un Action-RPG. Da incluso la sensación de que se quedaron sin tiempo y lo completaron a toda prisa, con la mecánica jugable que ya tenían y muy desnudo. Quizá quisieron llegar a tiempo para cerrar el catálogo de Megadrive antes de ponerse con lo siguiente de Sega (todo un récord el número de juegos que sacaron para una sola consola, tratándose de una third party).

El argumento y el combate es muy básico. Y a pesar de tratarse de una aventura de rol, tienes la sensación de que juegas por fases independientes, como en un arcade (qué se le va a hacer, si es que es lo que esta gente sabían hacer mejor que nadie). Es irregular, con secciones muy espectaculares en lo técnico y artístico y otras muy pobres. Y para los más hardcores del gaming un juego tremendamente fácil, indigno de Treasure, donde hay bosses decepcionantes.

Pero, a su vez, no encontrarás un juego ni remotamente parecido en el catálogo del cofre. Engancha, es divertido y sabe retarte. Técnicamente de lo mejor de Megadrive, muy peculiar. Y un RPG de la época que merece ser jugado.

Es obligado probarlo si estás pensando en repasarte toda la obra de esta gente, pues es un juego, insisto, único con mayúsculas. Sería algo parecido a jugar a un survival horror gore y psicológicamente pertubador de Nintendo, o a un simulador de vuelo de CAVE.

Por otro lado representó históricamente un punto de inflexión en nuestro país, formando parte de los primeros juegos de rol elegidos que se tradujeron oficialmente al español. Y si además te atraen los Dungeons Crawlers estás ante una joya de las que ya no se hacen. Treasure solo volvería a dar un par de pinceladas de este género en Guardian Heroes, pero todos sabemos que lo que creó fue uno de los mejores beat ‘em ups existentes y no un action-rpg como el de Megadrive.

Para mi, sin embargo, es más que todo esto. Es un juego inolvidable que solo con reproducir la melodía del reino de Green Row me transporta a un maravilloso mundo mágico e imposible en el que yo era un adolescente.

Light Crusader fue publicado por Sega en 1995 para Megadrive/Genesis. También puede jugarse en PC y la Consola Virtual de Nintendo. Miembros conocidos de Treasure que intervinieron en su creación:

  • Programadores: Masato Maegawa, Kazuhiko Ishida.
  • Artistas: Hiroshi Iuchi.
  • Compositores: Aki Hata, Katsuhiko Suzuki.